Más allá de la percepción que hay en la IP en torno a que la renegociación del TLCAN no será tan complicada dada la voluntad de intereses comunes que existen con EE. UU. y Canadá, es probable que lo que hoy sucede con el azúcar sirva para normar criterios. Tras semanas de negociaciones en Washington, resulta que nuestra industria azucarera representada por la cámara del rubro (CNIAA) que preside Juan Cortina Gallardo sigue sin lograr avanzar para extender los ‘Acuerdos de Suspensión’ suscritos en 2014.
De hecho el Departamento de Comercio a cargo de Wilbur Ross ya amplió el plazo límite otro mes, lo que significa que tendrá que haber humo blanco antes del 5 de junio, o de lo contrario comenzarán a aplicarse al azúcar mexicana cuotas compensatorias, fruto de las acusaciones por ‘dumping’ y subsidios que se habían decretado hace 3 años. El gobierno de Donald Trump ya comunicó a Economía de Ildefonso Guajardo los nuevos tiempos y la posibilidad de que la tregua que se logró con los acuerdos se rompa, para que las exportaciones nacionales paguen esos gravámenes. Economía que ya también replanteó sus plazos, denunció que la industria doméstica estadounidense ha aprovechado el proceso de negociación para acotar el abasto de azúcar cruda de México exclusivamente para sus refinerías. Señaló que esa postura es inaceptable, puesto que rompe el balance del mercado de edulcorantes en América del Norte.
Dijo que está en la mejor disposición de llegar a una solución que “vele por los intereses de los productores y exportadores mexicanos y asegure un buen funcionamiento del mercado de edulcorantes (azúcar-fructosa)”. La inclusión de este último producto por Economía no es fortuita. Los cañeros han reiterado que se vive un estatus desigual con EE. UU. en ese negocio. Desde 1994 se han frenado las exportaciones nacionales de azúcar, en tanto que la fructosa accede a México sin restricción.
La Unión Nacional de Cañeros (CNPR) que encabeza Carlos Blackaller hace ver que ese producto llega con un ‘dumping’ de entre 35% y 45% y es utilizado por la industria refresquera. Es el 25% del consumo nacional de edulcorantes y obliga a los azucareros a colocar sus remanentes en el exterior. Habrá que ver si la problemática escala para incluir a la fructosa en la ecuación. Ahora mismo hay un ‘impasse’ en las conversaciones, dado que EE. UU. se mantiene inflexible en el contexto de la presión de las refinadoras como American Sugar de Alfonso Fanjul o Imperial de Louis Dreyfus Company que comanda Johannes Schol. Se busca limitar las exportaciones de azúcar refinada de un 53% actual al 30%, con lo que la cruda subiría del 47% al 70%. Además, los envíos deben ir en barco directo a las refinadoras y ya no al consumidor final. EE.UU. ya tampoco se comprometería a que México sea el proveedor del 100% de los faltantes de azúcar en ese mercado.
Obvio México no está conforme con esas condiciones que disminuyen la calidad de lo que se exporta a EE. UU. para que los refinadores aprovechen el valor agregado, de ahí la posibilidad de que esta vez se pueda sumar a la fructosa para que haya equidad. Como quiera podría ser un mes muy largo.
Fuente: Periódico Correo
Autor: Alberto Aguilar