El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, fijó un nuevo plazo que vence el 1 de mayo para cerrar la negociación con México sobre la comercialización de azúcar y la ratificación de los Acuerdos de Suspensión, vigentes desde 2014 para impedir aranceles antidumping a las exportaciones mexicanas.

Para muchos expertos la negociación del mercado del azúcar se puede considerar como un preámbulo de lo que será la renegociación del TLCAN, o una especie de termómetro para medir realmente hasta donde está dispuesto a llegar el gobierno de Trump.

Lo que está en disputa es que las grandes empresas azucareras de Estados Unidos, en especial ASR, American Sugar Refining, pretenden doblegar a México y que la mayoría de las exportaciones mexicanas sean de azúcar cruda y no refinada, porque el gran negocio es, desde luego, la venta de azúcar refinada, en especial la que se produce de caña de azúcar como la mexicana. En los Acuerdos de Suspensión vigentes desde finales de 2014 se acordó una fórmula en la que se exporta el 53% de azúcar cruda, y 47% de refinada y lo que pretenden es renovarla con 70% y 30%, respectivamente.

Los industriales mexicanos están dispuestos a reducir el porcentaje de exportación de azúcar refinada, pero no al 30 por ciento.
El segundo punto en disputa es que Estados Unidos quiere reducir las cuotas de exportación. México tiene por el TLCAN un derecho preferente —right of first refusal– para cubrir hasta el 100% de sus necesidades de importación del edulcorante.

GUAJARDO, FRUCTOSA SOBRE LA MESA

La buena noticia para los industriales azucareros mexicanos encabezados por Juan Cortina, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Azucarera y Alcoholera (CNIAA) es que el gobierno mexicano ha mostrado fuerza con dos medidas que sorprendieron a Ross, La primera, y que el propio Ross reconoció públicamente en conferencia de prensa tras reunirse con el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, es que México canceló temporalmente los permisos vigentes de exportación de azúcar a Estados Unidos, lo que generó preocupación entre industriales importadores estadunidenses.

La segunda es que durante las negociaciones, Guajardo puso sobre la mesa —como pedía la CNIAA— el tema de la fructosa para hablar de un mercado de edulcorantes y no sólo de azúcar. México exporta alrededor de 1.2 millones de toneladas de azúcar e importa 1.3 millones de toneladas de fructosa y, de imponer aranceles a la fructosa generaría problemas no sólo a la industria refresquera de Estados Unidos, sino también a los productores de maíz amarillo. Y si bien los dueños de ASR son amigos de Trump y de Ross, lo que menos quieren es enfrentar un problema en estados como Iowa, productores de maíz amarillo e importante base de seguidores de Trump.

Fuente: Dinero en imagen
Autor: Maricarmen Cortés
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