En la actualidad, es muy compleja la situación de la Agroindustria Mexicana de la Caña de Azúcar.

En el TLCAN se tiene un capítulo sobre edulcorantes entre México y EE. UU., esto pretendía generar un mercado común, de azúcar y fructosa.El azúcar mexicana fue moneda de cambio para lograr los votos en EE. UU. Desde 1994 empezó a ingresa la fructosa a nuestro mercado (curiosamente la línea de obesidad se empieza a disparar desde esa época), unas «Cartas Paralelas» (Serra – Kantor) cierran, de 1994 a 2008, para México, las ventajas supuestas en el TLCAN.

La Fructosa de Maíz importada de los EE. UU. se importa a México con un descuento DUMPING de entre 35 y 45%, este producto, principalmente utilizado por la industria refresquera, ya representa el 25% del consumo nacional de edulcorantes y por tanto México se ve obligado a exportar el excedente de Azúcar que provoca este desplazamiento fruto de una práctica de comercio desleal.

En tanto, los EE. UU. Le imponen aranceles compensatorios al azúcar de caña mexicana, medidas netamente proteccionistas de su industria refinadora de Azúcar. Con unos acuerdos de suspensión, «en la pusilánime visión de “Pior es nada”» se pretende resolver, de las migajas, que la parte Norteamericana, quiera ceder un mecanismo de acceso de nuestra azúcar al mercado americano.

En tanto la fructosa, campante se posiciona en nuestro mercado, nos resta soberanía, desplaza empleos y otros innumerables daños.

Autor: Carlos Blackaller Ayala